ADN

Por qué todo genealogista debe conocer su ADN

Allá por 2005 la revista National Geographic lanzó un sorprendente y revolucionario proyecto: “National Genographic”. Tan solo con un raspado del interior de la mejilla mediante un bastoncillo se podían obtener muestras para analizar el ADN (algo que aún no teníamos muy claro qué significaba) y así contribuir al conocimiento del gran árbol genealógico humano descubriendo además el recorrido de nuestros antepasados. Participar en aquello tenía un punto de aventura y temeridad ¿qué tremendos secretos desvelaría nuestro ADN? Muchos aún recordarán el nerviosismo que nos produjo recibir por correo ¡postal! los resultados algunos meses después.

Afortunadamente hoy en día ya hemos perdido el miedo a los análisis de ADN. Son fáciles de realizar, en la mayoría de los casos los resultados están dentro de lo esperado y, cuando aparecen sorpresas, cada persona puede decidir si quiere compartir las novedades o guardar la información.

Dicho esto ¿por qué a día de hoy aún hay genealogistas que desconocen su ADN? Vamos a darles argumentos para que se animen:

1. La Genealogía ya no se entiende sin el ADN. Todos sabemos que un árbol genealógico debe sustentarse en documentos que lo respalden. E igualmente es obvio que un análisis genético no hará surgir por arte de magia nuestra genealogía. Pero conjuntamente, documentación y ADN, forman a día de hoy un tandem imprescindible que se complementa y se respalda mutuamente. No se entiende una investigación rigurosa sin ambos elementos.

Millones de personas comparten sus perfiles genéticos. Bien de forma abierta o protegiendo su identidad. Fuente: The DNA Geek

2. Descubrir parientes puede ser una gran inyección de ayuda mutua. Los análisis de ADN autosómico, los más habituales, nos mostraran múltiples coincidencias de cadenas de ADN con otras personas. Las más intensas con primos hasta en segundo y tercer grado. Por lógica, muchos de ellos serán personas interesadas en sus orígenes con su propia trayectoria de investigaciones. Descubrir los vínculos y compartir las ramas comunes puede ser muy estimulante.

3. Poder confirmar supuestas líneas de parentesco. Todo genealogista veterano tiene en sus árboles posibles parientes, parentescos bajo sospechas, líneas que no siempre sabemos si descienden de unos mismos padres o de segundos o terceros matrimonios… Las diferentes pruebas de ADN pueden ser la clave. Contrastar los análisis de dos personas podría resolver las dudas, en un sentido u otro, por supuesto.

4. La herramienta definitiva (o casi) para los estudios de apellidos. Brian Sykes en 2005 nos sorprendía con su libro La maldición de Adán (cuya lectura recomendamos)  en el que describía como el cromosoma masculino Y le había permitido confirmar el parentesco entre diferentes líneas de algunos grandes clanes escoceses, separadas hacía varios cientos de años. Que habitualmente se transmita este cromosoma al igual que los apellidos, por línea masculina, nos permite chequear las grandes dudas sobre si diferentes familias de igual apellido son parientes directos

El prinicipo latino de que para un hijo «la madre siempre es cierta», a diferencia del padre, ha dejado de tener sentido muchos siglos después. Actualmente son tan contundentes los analisis de filiación paterna como materna.

5. La ancestral ascendencia directa materna, una línea casi imposible… hasta ahora. Si el cromosoma masculino es útil, también hay otra información genética, la del ADN mitocondrial, enormemente reveladora. Se trata de aquella línea genealógica que siempre se presupone que es cierta, la materna, pero cuya investigación suele ser tremendamente difícil. La información sobre las madres, muchas de ellas dedicadas a tareas domésticas o secundarias, apenas dejaba rastro. Pero además, verificar si dos personas descienden de una misma antepasada directa femenina o la procedencia racial ancestral de esta rama es otra gran oportunidad que ofrecen los análisis.

6. La procedencia racial de nuestro ADN al descubierto. Es quizás el resultado más espectacular de los análisis de ADN. Algo que quizás pondrá a prueba nuestros prejuicios o nos confirmará que no los tenemos. Y, aunque estos análisis aún son torpes para diferenciar entre poblaciones cercanas (el mapa étnico de Europa, por ejemplo, es un puzle tremendo) nos mostrará de qué parte del planeta procede el material genético que llevamos en nuestras células. Otra gran información para contrastar con lo que dicen nuestros documentos.

7. Dejemos para el futuro el legado de nuestro ADN y, en lo posible, el de nuestros parientes más mayores. ¿Cuántas veces hemos lamentado que haya antepasados sobre los que reina una oscuridad total? Evitemos ser nosotros en el futuro ese antepasado. Nuestro ADN es único y será un tesoro para los descendientes. Intentemos además animar a las generaciones más mayores a realizárselo. Cada prueba es un conjunto de información valiosísimo que desaparecerá si no lo registramos.

La expansión de las bases de datos de ADN multiplica su utilidad genealógica pero aún son casi anecdótoicas en la mayor parte del ámbito hispano.
La expansión de las bases de datos de ADN multiplica su utilidad genealógica pero aún son casi anecdótoicas en la mayor parte del ámbito hispano. Fuente The advent of forensic DNA databases: It’s time to agree on some international governance principles! (2024)

8. La utilidad de los análisis de ADN crece con cada análisis, contribuyamos a la genealogía genética. Las primeras personas que conocieron su ADN obtuvieron poca información genealógica práctica. Pero cada vez es mayor el número de coincidencias que obtenemos si nos realizamos los análisis. Aún distamos mucho de Islandia, donde un estudio masivo descifró el ADN de un tercio de la población, lo que equivale a decir que han completado prácticamente el mapa genético de la isla. Hagámoslo por el bien de la nueva Genealogía, cada análisis nos aporta a la comunidad.

 Podríamos seguir enumerando las múltiples ventajas y utilidades que tiene conocer el ADN en el ámbito genealógico, a lo que se suma que nos ayudarán a descubrir si tenemos mayor o menor propensión a determinadas enfermedades y dolencias, en qué medida explican determinadas características físicas o si nos hacen propensos o sensibles a determinados fármacos y sustancias… es constante la aparición de nuevos descubrimientos sobre lo que dice de nosotros nuestra genética.

Ojalá dentro de pocos años este post resulte anacrónico porque nos parezca impensable que un genealogista carezca de su información genética.

Antonio Alfaro de Prado


Sobre los tipos de análisis de ADN y sus utilidades concretas es recomendable consultar:

2 comentarios en «Por qué todo genealogista debe conocer su ADN»

  • Antonio, muy interesante el artículo, como siempre.

    Respuesta
  • Perfectamente explicado. Y que dejemos nuestro ADN y el que pudiéramos conseguir el de nuestros mayores para dejárselo a las generaciones venideras es un acto de generosidad que a los de ahora nos hubiera gustado tener para poder avanzar en nuestro estudio genealógico.

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